LAST NIGHT IN SEATTLE

JoaquinXXX, te aseguro que es una camarera, que servia desayunos, que eran las 9:30 AM y que había 12ºC. Por cierto, tengo fotos con mucho más detalles, pero que no me parecían oportunas poner en un blog, ya que la celulitis de la rubia podía dañar la sensibilidad mas dura, ya las veras.

Ayer por la noche no pudimos escribir, ya que por fin bebimos algo más que unas cervezas, y cuando llegamos al Hotel, no estábamos para contar historias.

Durante la mañana estuvimos de compras, bueno viendo tiendas en el Downtown, centros comerciales en los que abunda Channel, Stella Mcartney, DKNY, etc. etc. alucinante, porque no es que tengan un par de productos de cada, sino que tienen  la colección entera. ¿quien decia que todos los americanos son unos gochos? Como en Botica, hay de todo, andar por las calles del Downtown, no te transporta a otro mundo, podríamos encontrarnos en cualquier otra ciudad de Europa, y no encontraríamos diferencias en la vestimenta. Eso si, lo de los Obesos, es increíble, ademas cuanto mas baja es tu clase social, mas gordo estas.

Ayer, el último día, descubrimos que moverte en autobus, por el Down, es gratis, lo habíamos leído, pero no sabíamos como funcionaba, y es tan sencillo que te subes y pagas al salir, o sea que si sales del centro de la ciudad, pagas, sino NO.

Bueno, al final fuimos a Fremont, zona auto proclamada República independiente de libre-pensadores, no va de coña, el presidente de todo ese rollo, es un astronauta, en la que entre otras cosas, hay una estatua de Lenin, un cohete y una sucursal de Google y cerca la sede de Microsoft. Allí conocimos a un argentino trotamundos, Rafael, camarero del "Triangle", con el que aprovechamos para charlar, nos invitó a un tequila, para que lo mezcláramos con la cerveza, un personaje muy interesante este Rafael; y conocimos a Leonard y a Jamie, con los que departimos durante otra cerveza, y vendimos las bondades de nuestro país, ya que preparaban un viaje a Europa.

Muy recomendable esta escapada a Fremont, un lugar precioso para dejarse caer.

Y para terminar el día, cena en el Chinatown, un autentico oasis asiático, donde por supuesto es imposible encontrar un "rollito de primavera" y donde los camareros hablan un ingles bastante peor que el mío.

Vuelta hacia el Hotel en un autobus eléctrico, y a temblar, por que cuando la ciudad adinerada y con suerte, se retira a sus bares, y a sus apartamentos de un millón de dolares, lo que queda es una multitud ingente de "homeless", buscando sitio donde dormir, de verdad que injusto.

Un beset desde el NorthWest.