Donde los sueños se hacen realidad

A la mañana siguiente, con mucho dolor en nuestro corazón tuvimos que dejar SFC, y tomar rumbo al Sur, camino de Monterey, y empezar una nueva etapa. Cogimos la highway 101, y aceleramos por autopistas de hasta 6 carriles, nos desviamos en un pequeño pueblo residencial de clase media-alta, a almorzar y ¡¡¡Sorpresa!!! en el único hueco que no habíamos mirado dentro de la chyrsler, allí estaba él, mi garmin. Pues ala, camino de SFC otra vez, a ver si podíamos devolverlo, y si que pudimos, con un costo de un 15%, por haberlo abierto, pero bueno, fue un mal menor.

Ya en Monterey, paseamos por las antiguas fabricas de enlatar sardinas, convertidas hoy en restaurantes y casas de souvenirs, pero que fue lo que hasta la segunda mitad del siglo XX, le dio la vida a Monterey antes de que esquilmaran los caladeros cercanos, y el pescado autóctono se convierta en algo residual, escaso y caro.

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El domingo 26, seguimos nuestro rumbo hacia el Sur, camino de Santa Maria, recorriendo la mítica carretera del Big Sur, terminada en los años 30, y que costó concluirse 18 años, utilizando la mano de obra de los presos. Y es ahí donde uno se empieza a preguntar sobre cuestiones sin respuesta, pero como puede ser tan maravilloso este mundo... Aquí, donde el furioso Pacifico se une con la tierra en una guerra constante, estamos nosotros con nuestras cámaras, intentando que lo que estamos viendo nunca se nos borre de nuestras memorias, y poder disfrutar con este recuerdo una y otra vez, aunque sabemos que este momento único, serpenteando entre acantilados, con las olas rompiendo a nuestros pies, nunca más se va a repetir, la primera vez, siempre tiene algo de mítico, (excepto para Maripi, que es su segunda) todos sabemos que esa sensación, nunca vuelve a ser la misma, ni mejor ni peor, pero nunca la misma.

La primera de las múltiples paradas que realizamos se produjo en Carmel, justo al lado de Monterey, pueblo del que fue alcalde Clint Eastwood, y que mantiene en muy buen estado la misión que fundara hace 250 años, el fraile español Fray Junipero Serra, misionero colonizador de toda la costa oeste. Hicimos una parada en el mítico restaurante Nephente, antigua casa de Rita Hayworth y Orson Welles, donde sólo estuvieron una vez, el día que decidieron comprarla, y desde donde dicen que hay unas vistas magnificas, pero la espesa e inusual niebla, nos dejó con las ganas.

Tuvimos que acelerar para llegar a Santa María, y alucinamos con este pueblo, tiene tantas iglesias, como sectas cristianas os podáis imaginar, creado en 1937, es un pueblo creado a partir de una larguísima avenida, ancha, muy ancha, en la que a ambos lados se alzan iglesias, y centros comerciales, pero que a las 7:00 de la tarde de un domingo no había nadie, era como un pueblo fantasma, en nuestro hotel, el Santa María Inn, han dormido actores y gente notoria, pero no se muy bien como demonios fueron a parar allí, ya que nosotros si que lo teníamos claro, la mitad de costo por noche que en Santa Barbara, no hay color.

Y en Santa Barbara desayunamos la mañana siguiente, en un chiringuito surfero, a los pies de la playa, estupendo y con unas vistas atípicas, ya que una espesa niebla cubría el horizonte, algo no muy normal según nos dijeron.

Y de aqui camino a las Vegas, pero eso ya es otra historia.

Ciao.